Hubiésemos querido empezar analizando la conquista de la Patagonia por los judíos con Argentina en esta exposición, pero a nuestros ojos Argentina ya ha sido prácticamente conquistada, de modo que, al respecto está todo dicho. El caso de Chile nos es más interesante porque se encuentra aún en pleno proceso.
La más antigua referencia de interés judío hacia Chile, con la que contamos, data del siglo XVII, cuando importantes miembros de la diáspora retornan a Inglaterra protegidos por Oliver Cromwell. Entre ellos se encontraba el judío marrano converso Simón de Cáceres, quien tuvo una destacada participación en la conquista de Jamaica. Este judío envió un informe a Cromwell sugiriéndole en forma explícita LAS CONVENIENCIAS DE CONQUISTAR DE CHILE, y seguramente insistió, por otras vías que no han quedado escritas, de persuadirlo de apoderarse de nuestro territorio.
Cuatro siglos más tarde, la estrategia ha cambiado y se ha refinado. Ya no es necesaria la guerra expansionista, sino una guerra de baja intensidad, apoyada en legislaciones... La conquista, ahora, es procurada con sutileza.
El señor judío don Ricardo Israel es la prueba de la inexistencia del racismo discriminante en nuestro país, al menos hacia su comunidad. Judío de cuerpo y alma, muy evidentemente, ha llegado a ser el Director del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, además de conductor de una serie de programas de muy baja audiencia, pero que de todos modos perduraron largamente en la televisión. Estando en política y en televisión, ambos medios totalmente controlados por los judíos, ¿dónde pudo haber visto discriminación el señor Israel como para usar sus influencias proponiéndole al Congreso Nacional la creación de una "ley contra el racismo"?
Israel pone como ejemplo al bullado caso de una coreana a la que le fue negado el acceso a un sauna de Santiago por el olor de su piel, hace unos años, y por los reclamos del resto de la gente que ocupaba el lugar. Quien haya tenido la oportunidad de conocer muy de cerca a los coreanos, y así como todo aquel que ha tenido contacto con uno de ellos, nota de inmediato el fuerte olor que expelen sus cuerpos a causa no de su raza, sino del consumo abusivo que hacen de condimentos como el ajo, impregnándolos por completo. Por lo demás, el dueño del sauna, que respondía solamente a las quejas de los usuarios, debió cancelarle una jugosa suma de dinero a esta coreana como multa, de modo que con la legislación existente basta y sobra para aplastar a cualquier persona que incurra en actos que alguien considere discriminatorios, al menos para los extranjeros. ¿Dónde estaban los "filántropos" como Ricardo Israel cuando a fines de lo '80, jóvenes chilenos aficionados a la música rock eran atacados en el Paseo Las Palmas de Providencia, en Santiago, por manadas de muchachos coreanos celosos de que fuera ocupado aquello que consideraban "su territorio", dejando heridos y descalabrados que incluso acabaron en la posta varias veces sin que a alguien le importara?
Para la elaboración del anteproyecto de Ley contra la discriminación racial, que Israel extiende a la discriminación en general, el cientista político se entrevistó por largo tiempo con representantes de las colonias Palestina, coreana, judía, italiana, y otras más, como si alguna vez hubiera existido en Chile una actitud auténticamente racista hacia ellos (si no, no estarían acá)... Alguien comentó: "¿Y los chilenos? ¿Qué derechos tiene un chileno en su patria?"... El proyecto está basado, además, en fórmulas aplicadas en otros países de realidades tan distintas como Canadá, en donde las reacciones de intolerancia étnica surgían por sí solas a causa del desastre social que han causado los inmigrantes, que han llegado allá en forma descontrolada, formando pandillas de delincuentes que se agrupan según el país de origen y se identifican entre sí por el color de un pañuelo que llevan al cuello. Tal como los turcos en Alemania, los inmigrantes que llegan a Canadá sólo se han dedicado a cultivar la delincuencia y sembrar entre los ciudadanos un creciente odio que a los periodistas les encanta bautizar de "xenofobia", supuestamente injustificada y patológica. Precisamente, con ese calificativo se juzga ahora en Canadá a cualquier acto considerado como de "discriminación racial", como digamos el no permitir la entrada a un bar a una pandilla de coreanos, pues todos saben allá que beberán hasta emborracharse y comenzarán a armar riñas y destrozos dentro del mismo local que los ha acogido.
Para asesorarlo en su proyecto, Israel ha traído desde Canadá a un misterioso personaje llamado Bernardo Berdichewsky, que a pesar de su origen judío es el presidente de la comunidad que más problemas le causa a la sociedad canadiense: la hispánica (???).
El tema del racismo en Chile es hipócrita al punto de causar nauseas. Junto al estereotipo europeo nórdico, defendido por la publicidad y las teleseries para gente con el cerebro atrofiado, ha ido creciendo este criterio como patrón selectivo de trabajos y puestos laborales en donde no es necesario. Cuando en el verano de 1999 vino a Chile, al Festival de Viña del Mar, el hijo de Julio Iglesias, el pelele sin voz ni talento de Enrique Iglesias, cantó a coro en el escenario con una mujer negra, y subió a su lado a una modesta muchacha seleccionada del público por su equipo de gente por tener un aspecto humilde, representativo de los estratos bajos de nuestro país.
Todo abogaba por una imagen ejemplar de igualdad y fraternidad. Sin embargo, durante la noche, el pseudo-cantante arrendó una discoteca completa y seleccionó personalmente a todas las mujeres que podían entrar a la misma, permitiendo el acceso sólo a las rubias altas y de entre 18 y 25 años, con una de las cuales pasó la noche en su propia habitación del Hotel O'Higgins. ¿Qué forma más cruel de discriminación tendría que haber realizado este individuo para ser acusado públicamente de racista enfermo y ser sancionado al menos moralmente?... Es aquí donde entra en juego el PODER DE LA PRENSA, protectora, benefactora o destructiva, la misma con que contaría Israel.
La prensa chilena no le tiene mucho afecto a un controvertido conductor y comentarista deportivo de nuestro país llamado Eduardo Guillermo Bonvallet, más que por las envidias, por las denuncias que éste ha realizado y que muchas veces han involucrado al rubro del periodismo, sobre coimas, "compadrastros" y otras inmoralidades. No fue raro que, junto con el Consejo Nacional de Televisión, intentaran sancionar al comunicador por sus comentarios contra un "negrito" que arbitró un partido de fútbol marcadamente en contra del equipo chileno, en el Mundial de Francia '98. Se intentó hacer de la insignificante situación una oportunidad de establecer un castigo ejemplar a través de un escándalo nacional, curiosamente motivado también por REPRESENTANTES DE LA COMUNIDAD JUDIA. Un comentario sobre negros puso los pelos de punta a un grupo de hipócritas que nunca han reaccionado contra la degradación de la gente que tenemos mucho más cerca de nuestra realidad, especialmente a través del humor idiota y simiesco de la actual televisión, que se burla de los indios, gangosos, tartamudos, ancianos, etc.
En fin, el asunto del racismo en Chile es un tremendo circo de hipocresías y de situaciones inventadas, pero, ¿con qué fin?... La respuesta le tenemos quizás en las palabras del señor secretario general de la Presidencia, que hasta 1996 asesoraba a Eduardo Frei Ruiz-Tagle, el señor judío Jorge Rosenblut:
"..Seduce la idea de que Chile se transforme en multirracial y veamos a coreanos, chinos, americanos, franceses, japoneses" (Entrevista de Revista "Ya" de Marzo de 1995). También lo hizo entender el casi demoníaco judío Sergio Melnick, cabeza máxima de la Oficina de Planificación Nacional durante los últimos años del Gobierno Militar (que cayera en gran parte por su culpa, pues es un traidor de Pinochet) al publicar un afiche dirigido a los judíos que decía "CHILE: NUESTRA PATRIA PROMETIDA".
También encontramos una pista en lo que hizo el hipócrita judío del Partido Humanista, don Tomás Hirsch Goldschmith, al colocar en el Ministerio de Bienes Nacionales a su gente disponiendo con ello la entrada del magnate norteamericano Douglas Tompkins a Chile, para que comprara terrenos del Sur sin limitación alguna con los millones de sus cuentas. No deja de ser curioso que ese individuo tenga el mismo apellido del barón judío-francés Mauricio de Hirsch, que fuera uno de los iniciadores de la conquista judía de la Patagonia al fundar en Londres durante 1891 la antes citada "Jewish Company Association Colonization", que compra vastos territorios de Argentina hasta donde traslada a unos 7.000 judíos, al parecer provenientes de Rusia. El barón de Hirsch fue uno de los culpables de la indeseable llegada en masa de judíos hasta nuestra sagrada Sudamérica, que hoy suman más de 1.000.000, la mayoría de ellos viviendo en Argentina, especialmente en lugares como Santa Fé, Río Negro, Viedma (hasta donde Alfonsín quiso trasladar la capital, ¡ni más ni menos!) y, por supuesto, la propia ciudad de Buenos Aires, en la que incluso se ha llegado a hablar de unos 700.000 judíos establecidos, es decir, más que en la propia Jerusalén y casi tantos como en New York, ciudad con la primera mayoría judía del mundo (más de 1.000.000). Tenemos serias razones para sospechar que, sin embargo, son más (otras cifras hablan de hasta 3.000.000 de judíos en Argentina).
...Y también lo ha hecho el masón pro-judío Manuel Feliú al proponer la traída a Chile de "intelectuales" inmigrantes desde Rusia oriental, todos judíos, ya que según él "la fuerza de la circunstancia está haciendo que se empiece a producir un movimiento internacional, que ayuda a nuestra idea" (Diario "La Segunda", 4 de Agosto de 1992). Sin embargo, estas idioteces dichas por el empresario Feliú no son su culpa, sino que la del judío Daniel Platowsky, el verdadero hombre (si es que se trata de un hombre) detrás del siniestro plan de traer judíos rusos, del que Feliú es sólo un monigote programado.
Los judíos llevaron a Chile y Argentina al borde de una guerra por la posesión del Canal Beagle, en tierras australes, con el propósito de hacer que ambas naciones se distrajeran y endeudaran mientras ellos se infiltraban en masa dentro de ambos territorios. Sin embargo, la idea era mantenerlos al borde del colapso bélico sin que éste se llegara concretar, y de eso se encargarían a nivel político, pues de haber estallado una guerra, ésta se habría desatado justamente en las zonas en que pretenden fundar su colonia sudamericana o Nai Judá. La prueba está en que Israel vendía armas a ambos países durante el conflicto. ¡Se dice que incluso habría ofrecido armas nucleares a nuestro país para ser usadas contra Argentina!.
La idea de introducir por la razón o la fuerza -y en gran parte a causa de nuestra ingenuidad- a Chile en el circuito mundialista y cosmopolita ya tiene sus primeros efectos: desde la llegada de la democracia se nos ha llenado de orientales, peruanos, negros y gente que evidentemente no es chilena, lo que no sería un problema si no es porque muchos de ellos traen malas costumbres, como actitudes de matonaje y mafia, así como ya ha empezado a aparecer grupos de delincuentes y narcotraficantes peruanos operando en Chile, como si con los antisociales que ya tenemos no bastara. ¿Quienes los traen? ¿Por qué algunas residenciales y casinos reciben gratis a los peruanos? ¿Quiénes pagan sus gastos? ¿Por qué los negros y negras que llegan a Chile tienen cierta estética atípica, a las que podría sucumbir el hombre dominado por sus gónadas? ¿Será que los están seleccionando para traerlos y fundirlos con nuestra raza? ¿Qué trataron de simbolizar el alcalde judío de Santiago, el señor Jaime Ravinet, y el judío Jefe Municipal del Departamento de Proyectos, señor Roland Schulz Eglin, al colocar en 1997 un puente en el acceso poniente al Centro de Santiago, copiado a escala del "Golden Gate" de Nueva York?
Por otro lado, la endemoniada persecución que se ha creado sobre Colonia Dignidad, valorable enclave alemán de nuestro Sur de Chile, ha sepultado para siempre la posibilidad de traer otra vez a los mejores colonos que ha conocido nuestro país: los germanos, y por extensión, a los arios europeos. Quedan como única alternativa propuesta los "sabios rusos" y los "científicos eslavos"... los judíos a fin de cuentas. Así, mientras las ciudades de Chile se llenan de extraños sin control y desplazando el elemento racial chileno local, volviendo este lugar un resumidero de etnias como París, New York o hacia donde va Buenos Aires, los judíos llegarán como pulgas en los caballos para continuar así su migración hasta nuestro Sur, hasta la Nai Judá.
Así pueden seguir viniendo a su regalado antojo y continuar explorando todo el Sur como lo vienen haciendo desde hace años, disfrazados de mochileros, pero que en realidad son jóvenes agentes de los servicios secretos israelíes. Llegan a Santiago a residenciales y hoteles como el "Indiana", ubicado a un costado del Centro de Santiago, en calle Rosas, y cuyo nombre está referido al personaje "Indiana Jones", el cazador de tesoros perdidos del cineasta judío Steven Spielberg. Este lugar recibe única y exclusivamente a turistas de origen judío, sin que a nadie le salte el deseo de reclamar o acusarlos de discriminación. Desde ahí, se van haciendo escalas hasta llegar a la ciudad de Puerto Montt, en donde son recibidos en otro hotel exclusivamente judío de la calle Petorca, detrás del Gimnasio Municipal de la ciudad, desde donde salen y vuelven hacia las tierras australes usando este enclave como base operativa. Sin embargo, vale preguntarse: ¿Hasta dónde marchan?. No se sabe de más residenciales con estas características más hacia el Sur, y parece casi imposible que puedan cubrir por tierra las distancias entre las ciudades australes, atravesando selvas patagónicas y hielos, así que es muy probable -temiblemente probable- que existan ya algunas secretas bases y campamentos tipo "kibutz" especializados de judíos establecidos en la Patagonia Chilena, sus primeros asentamientos propiamente dichos, desde los cuales realizan excursiones y van seleccionando las áreas en donde colocarán sus futuras colonias. En el lado argentino, en Chubut, ya hay reportada la existencia oficial de al menos una colonia "kibutz" completamente operativa.
Afortunadamente y como ya dijimos, esta conspiración, que forma parte del Plan Andinia, quedó al descubierto hace ya varios años, con un hecho que ha sido escondido de la luz pública con todos los artilugios posibles. Se refiere al accidente sufrido por un supuesto mochilero que cayó al cráter de un volcán del Sur, pero que, después, se descubrió que su identidad correspondía a la de un agente del Mossad israelí. Un periodista chileno que se refirió al sujeto de la noticia como un "Excur-Sionista", fue dejado sin trabajo por su osadía.
En fin, para el cumplimiento óptimo de todo este plan, es necesario un marco de leyes que obliguen a aceptar a todo tipo de inmigrantes y a condenar cualquier tipo de actitud de defensa hacia ellos tildándola de "xenofobia" o "discriminación", para destruir a nuestra raza nacional y para permitir el asentamiento sin control de judíos en nuestras tierras y sobre nuestro pueblo, que por tradición ha recibido bien al extranjero, ya que la calidez de nuestro pueblo es internacionalmente sabida y valorada.
Por eso, al chileno racional la pregunta le surge por sí sola: ¿De qué "xenofobia" me hablan?.
Gentileza E.H.