La colocación de la judía Adriana Hoffmann Jacoby en la Corporación Nacional del Medio Ambiente, por el Presidente Ricardo Lagos, es uno de los logros más asertivos del magnate Douglas Tompkins. La señora Hoffmann no sólo recibe dinero del millonario, sino que además es uno de sus más leales y cercanos colaboradores, de modo que será una valiosa ayuda para sus actividades, especialmente en las compras de territorio austral que el magnate había reiniciado por esas fechas..
Estando de visita en Chile mister Jimmy Carter, el ex-presidente judío de Estados Unidos, una de sus actividades prioritarias fue partir en un misterioso viaje al Sur de nuestro país, a visitar algunas áreas geográficas de los millonarios "benefactores" que ha comprado casi toda nuestra Patagonia, especialmente norteamericanos.
Fueron personajes como la alguna vez candidata ecologista a la presidencia de Chile, la "verde" Sara Larraín y el judío del Partido Humanista, Tomás Hirsch Goldschmith, también ex-candidato a la presidencia, los responsables directos de la llegada a Chile de estos millonarios como mister Douglas Tompkins, el magnate norteamericano que está comprando vastas extensiones del Sur de Chile, curiosamente justo en los sectores patagónicos apetecidos por las huestes del Plan Andinia, zonas que son además estratégicas en la mala relación limítrofe que los chilenos hemos tenido desde siempre con los argentinos. Por cierto, ese personaje trasandino llamado Mario Rodríguez Cobos, alias "Silo", del cual reciben órdenes constantemente los miembros del Partido Humanista, explica gran parte por qué se han colocado del lado de Tompkins y de los oscuros trazados del Plan Andinia: "Silo" es el nombre del caudillo que, según la leyenda judía, llevará a los descendientes de David a la Nueva Israel, es decir, a aquella Nai Judá que se proyecta en la Patagonia. Silo ha venido en varias ocasiones a Chile a reunirse con su gente en el Sur del país.
Cuando Tompkins comienza a hacer su obsesiva compra de terrenos del Sur, reclamando además la salida de los colonos que los habitaban, los que entonces controlaban el Ministerio de Bienes Nacionales eran, precisamente, los humanistas y "los verdes". Y tanta era la ayuda que prestaban al empresario, que la secretaria ministerial, también humanista, la señora Pía Figueroa, advertía a los extranjeros de contactarse con mister Tompkins a quien deseara comprar tierras en el Sur de Chile, especialmente las que colindaran con sus terrenos o que estuvieran en la mira de su chequera. Esta situación fue denunciada por el escritor don Miguel Serrano. De hecho, el propio señor Serrano había sufrido un boicoteo desde este Ministerio, que frustró su intención de comprar terrenos junto al Sagrado Monte Melimoyu, mismos que más tarde fueron vendidos a Tompkins.Se sabe incluso que el humanista Matías Renard Resse, Jefe de Colonización del Ministerio, administraba personalmente las primeras propiedades del magnate. Había otro personaje que colaboraba con él, según lo han denunciado algunas personas en cartas publicadas en la prensa chilena, como el señor Carlos Cuevas, del Departamento de Medio Ambiente, amigo y defensor hasta hoy en día de Tompkins. En la ciudad de Aisén, en la Patagonia Chilena, un colono posee una carta firmada por estos dos individuos y dirigida a uno de los colonos del Melimoyu, propietario del lote 19 llamado "Estero del Gato" (finalmente comprado por Tompkins) que comprobaría su muy cercana relación con el empresario norteamericano, que por aquel entonces quería pasar "momentáneamente inadvertido", según dice el documento.
En esa época de los humanistas en el ministerio se vendieron, además, más de 50 islas sureñas, muchas de ellas adquiridas por el Grupo Quintupeu y Pumalín, ambos con cede en Estados Unidos. Son los conglomerados comerciales que desde siempre han respaldado incondicionalmente la actividad de Tompkins y de los demás compradores del Sur de Chile, todos ellos extranjeros al servicio del Plan Andinia.
Por otro lado, los colonos del Melimoyu recibían constantes amedrentamientos para que abandonaran sus lotes, por los cuales se interesaba el magnate. Hubo amenazas de incendios y de hecho se prendió fuego a varios loteos construidos sin que jamás se precisaran culpables, a pesar del aislamiento de la zona, ni se ayudara a los damnificados. Además, se vendían terrenos costeros que perturbaban su necesidad de salir al mar, se impedía el tránsito de colonos por algunos de los lotes a pesar de estar deshabitados, y hasta el día de hoy sigue pospuesta la construcción de una carretera hasta la Villa Melimoyu, obra que está en proyecto desde hace años y que fue suspendida sin una razón valedera, confinando a los colonos al abandono.
Hubo un tiempo en que todo el mundo defendía a Douglas Tompkins, o digamos que la gran mayoría de los chilenos. Así era, porque prácticamente nadie se atrevía a dudar de las tan buenas intenciones que el magnate estadounidense decía tener, al comprar cantidades de bosque nativo en los que fundaría su Parque Natural, para proteger la naturaleza y bla, bla, bla... Como todos le creían, se les vendían los terrenos a un par de miles de pesos la hectárea y hasta la televisión lo perseguía aplaudiendo su generosidad para con nuestra naturaleza y nuestros recursos naturales. Sin embargo, el tiempo pasó y las cosas comenzaron a caer por su propio peso.
Siempre se presentó a Tompkins como un tipo simpático y dicharachero, interesado en asimilar nuestras costumbres y nuestro lenguaje, sonriente y hasta cordial. En su país reconocería incluso que, de nosotros los chilenos, esperaba hasta una nacionalización "por gracia" en recompensa por su "desinteresada labor". Sin embargo, con el pasar del tiempo, y al comenzar a presentárseles trabas a su interés desmedido por adquirir tierras en el Sur de Chile, la personalidad verdadera del multimillonario fue aflorando hasta mostrarse tal como era: la de un magnate arrogante, que desprecia profundamente a los chilenos y particularmente a los campesinos. Sus modos cordiales se volvieron soeces y su lenguaje de gringo simpático acabó convertido en una oratoria permanentemente coprónima, tanto así, que su principal abogado, don Fernando Dougnac Rodríguez, le recomendó en una carta lo siguiente, según los antecedentes que publicara la periodista María Eugenia Oyarzún:
"Creo que deberías ser más cauteloso -le pide por escrito- en la forma como te expresas, pues tu lenguaje, aunque coloquial, la mayoría de las veces rebasa lo que la cortesía hispanoamericana acepta. No estamos en el Far West ni estamos acostumbrados al modo de hablar de los cowboys ni de los colonizadores americanos. Somos un pueblo pequeño, pero digno."
Tompkins no es sólo un millonario. Es un tipo escogido especialmente para venir a Chile a hacer lo que está haciendo, de modo que, a parte de su fuerte cuota de iniciativa para comprar las tierras del Sur, se debe dar por hecho la cantidad de grupos de poder que se encuentran tras su figura. Todos estos vínculos los ha negado, a pesar de la evidencia en su contra, como así también ha negado permanentemente su presidencia de la Deep Ecology norteamericana. Su forma de reclutar gente en Chile es a través de una sociedad en la que se aporta un millonario capital a modo de inversión; pero, ¿Inversión para qué? ¿Puede ser tan rentable un proyecto de ecoturismo como para formar una sociedad anónima tan grande?. Algunas de las primeras adquisiciones de Tompkins tenían precios ridículos, de cerca de $ 3.000 e incluso $ 700 por hectárea. Así mismo, Tompkins no ha tenido ninguna dificultad para adquirir de una sola vez vastas extensiones de tierra en las que otros, principalmente los chilenos, han intentado con continuos fracasos e impedimentos. Mister Tompkins adquirió propiedades en estas tierras con abismante facilidad, a partir de 1993, luego de que muchos de los colonos fueran amenazados por funcionarios del Ministerio de Bienes Nacionales.
El mito de la intención conservacionista de la empresa de Tompkins también cayó por sí solo al revelarse que había hecho construir cerca de diez amplias pistas de aterrizaje dentro de sus terrenos, para lo cual debió echar abajo grandes porciones de bosque nativo, de ese mismo que pretende salvar, según nos ha dicho. Además, se ha estado filtrando la noticia de que Tompkins estaría reclutando gente para que, bajo la excusa de que resguarden sus terrenos, se organicen en verdaderos ejércitos armados, como si se tratara de un país a parte, lo que ha desatado algunas riñas entre lanchas marítimas y explicaría, además, la presencia de pistas para los aviones de una pequeña flotilla aérea.
Tompkins, por otro lado, ha hecho saber de su poder al recibir la noticia de que se le habían caducado las concesiones de bosques nativos, en 1997. Inmediatamente después, se acusa de dumping a las exportadoras de salmón de Chile en Estados Unidos y este país inicia así un boicot contra el rubro de las salmoneras nacionales, mismas que tanto odiaba Tompkins y contra los que hizo todo lo posible para desterrarlos de sus propiedades. Ellos terminaron pagando los platos rotos, mientras que es un secreto a voces en La Moneda y el Ministerio de Agricultura que la intervención del magnate activó esta cruel medida de boicot... Y un dato curioso: desde que Tompkins ha llegado a Chile, han comenzado a producirse los más extraños incendios en los bosques de todo el Sur. No queremos decir que sea él el responsable directo, pero sí pueden ser parte de la misma conspiración por despojarnos de todo el Sur. Por otro lado, ha sido en estos períodos en que bomberos y personal de la Corporación Nacional Forestal y sus helicópteros han recibido ataques de armas de fuego durante sus labores de fiscalización o ataque de incendios. ¿Qué clase de demencia se está apoderando de nuestro Sur?.
sin embargo, Tompkins es sólo la cara principal de toda esta conspiración, pues junto a él existen otros millonarios que han ido adquiriendo tierras de nuestro Sur sin controles ni medidas, como el estafador judío con antecedentes internacionales Schislowsky, tristemente conocido por sus fechorías en Estados Unidos, quien ha comprado grandes terrenos en Argentina y Chile, también cerca del Melimoyu, pudiendo ser el principal responsable de los atentados sufridos por los colonos, o como otros judíos de los que destacan Rick Klein, Jeremías Henderson, Jan Mosse y David Syre (este último, empresario maderero y supuesto "archienemigo" de Tompkins), que han ido comprando con el mismo entusiasmo todo el Sur y quién sabe si de todo el resto de Chile, como puede que hubiera venido a hacerlo el estafador judío Harold Lieberman, que se muriera en extrañas circunstancias al caer de un edificio en 1997 mientras era discutida su extradición, y que fue traído y defendido judicialmente en nuestro país por el mismo abogado socialista que organizó la captura del ex-General Pinochet en Inglaterra, don Hernán Montealegre. Así, Chile se ha convertido en un basurero de gente indeseable.
Del lado argentino, el famoso empresario ítalo-judío Bennetton ha comprado tremendos territorios sin poder ser detenido, suficientes para fundar su propio país patagónico a parte de Argentina.
Sin embargo, y a pesar de todo, aún quedan quienes continúan fascinándose con las supuestas intenciones filantrópico-conservacionistas del magnate norteamericano. Como decía la propaganda de estado en la sociedad de pesadilla de George Orwell: "IGNORANCIA ES FUERZA".
Gentileza E.H.